Escrito hace ya mas de tres años pero no publicado por la inconsciente rabia e intolerancia del izquierdismo mas 'tolerante' del mundo. Ahora, mas vale tarde que nunca, este pequeño homenaje a un Fighter del enemigo que aun así fue autentico hasta el final.
" Aun
recuerdo cuando lo conocí, fue en el fútbol, cazadora de cuero cruzada, cadena con candado al cuello y pelo estilo
Sid Vicious. Hablamos y nos vacilamos mutuamente. Me enseño sus chapas ‘rojas’
y le arranque varias. Tras unos empujones, en seguida nos consolidamos como
‘enemigos’.
De aquella
yo militaba en la extrema derecha en los grupos de base NR-NS. Y como
organizador de la hueste no permitía que por el fondo proliferasen los del
ambiente contrario. Pero sin palizas, mas sustos que otras cosas.
El tiempo
fue pasando y cada uno de nosotros se radicalizo más. Eran los 90 y en las
calles ya existía la extrema izquierda
antifa. Así nos volvimos a ver. Una noche de alcohol, botas y peleas. Nos
encontramos en la Pza San Agustín, el estaba con su característica pose
retadora a la puerta de un bar de maricones. Yo pasaba con dos camaradas por
enfrente. Hacia poco que a uno de ellos le habían llenado el portal de pintadas
amenazantes del tipo “pepito fascista, estas en la lista”. Poco antes habíamos
tenido una trifulca con unos ‘pijos’ y los ánimos estaban calientes. Me pare y
me acerque a el. Mantuvo su postura retadora y le pregunte que si pasaba algo,
al más puro estilo provocador. Al contestarme mal, le metí un cabezazo.
La pelea no
duro mucho porque al caer, salio gente del bar a defenderlo, incluida su novia
de entonces a la que conocía del Instituto. Entre que se recupero y no, ya se había armado una mayor. Al final escape
por piernas al echárseme encima una decena de personas, entre ellas el, Piñera,
como le conocíamos.
A patir de
ahí el odio fue mutuo, incluso hubo otra vez en la que nos curramos con similar
resultado para el. Pero siempre que nos encontrábamos surgía el enfrentamiento.
Insultos varios proferidos desde otra acera, en medio de un bar, a la salida de
un concierto, etc. Para nuestra suerte teníamos unos gustos parecidos y eso
hacia que coincidiésemos más. Yo replicaba con la misma contundencia pero nunca
llegamos a más.
Al pasar de
los años y madurar, (yo soy, era, mas mayor que el), fui dejando la
visceralidad de mi sangre caliente aun lado y pasando más de las peleas, sobre
todo ya que la represión policial se acentuaba cada día mas sobre nosotros. Los
encontronazos pasaron a ser menos graves por mi parte. El siempre venia
con esa mirada turbia y me retaba a ir a la calle a pegarnos, o a darnos de
ostias fuera o a la playa. Yo a veces me descojonaba de el, otras le seguía un
poco el juego o me hacia (según con
quien estuviera yo) el despistado como si la cosa no viniese conmigo. La verdad
es que pensé seriamente tener un tet-a-tet con el y zanjar expeditivamente el
tema, pues sus arrebatos retadores me comprometían públicamente cada vez mas y
no quería que pensase que me había ablandado.
Las últimas
veces que nos encontramos chocábamos al pasar o nos evitamos si podíamos. Hasta
el fin de semana del 6 de Diciembre 2008 que nos volvimos a encontrar. Fue en
un bareto de moda. De repente nos encontramos de frente en un espacio exiguo,
cara a cara, y me reto con el consabido, “¡vamos a la playa!” Mi mujer y mi
cuñado nos miraban asustados. Yo le sonreí y le dije “Pero hombre a que vamos a
ir, a mojarnos, no ves que llueve? Anda que te invito a una copa, que quieres
tomar?”.
Se quedo cortado y me dijo ¿Lo dices en serio? Si le
conteste, que quieres?. Pues un anís de la Asturiana, me dijo medio en serio
medio desconfiado. Pregunte en la barra pero no tenían. Se lo dije y me pidió
un “ballentines” a palo seco. Lo pague y así se lo di. Y le dije: “Sabes, yo
admiro a los valientes. Todos estos años me has retado a pegarnos, después de
haber cobrado de mi dos veces y sigues insistiendo. Nunca has venido con otros
a pegarme y se que has podido hacerlo. Y la verdad te prefiero a ti que a
muchos cabrones cobardes de cabeza rapada”.
Me pregunto si seguía en el tema, o sea, militando. Le dije
que estaba retirado de la actividad pero que para mi era ya una religión de por vida. Se sonrió y
dijo con la mirada “
menos mal, creí que te habías vuelto un pijo” Y me enseño
una chapa de KAS (Koordinadora Abertzale Socialistak) y me dijo, yo estoy con
estos. Me reí y le dije ‘muy bonita’. Mientras bebía me dijo socarronamente, “
a
lo mejor te pongo un día de estos una bomba”, Yo le sonreí y le dije “
es mas
posible que te pegue yo dos tiros antes”. Se bebió de un trago el güisqui y
poto sobre una silla de la barra, manchando las cazadoras que allí estaban. A
trompicones limpio con su manga los restos y pidió disculpas. Le pregunte si se
encontraba bien, se limpio la boca con la manga y me dijo que si. Me despedí de
el, pues mi mujer estaba muy nerviosa, y le dije “
cuídate, te prefiero a ti que
a algunos rapaos”, Me sonrió y me lo agradeció.
No había
vuelto a saber de el hasta antes de ayer, cuando cenaba con unos camaradas y me
dijeron, “¿tu no conocías al punki ese, Piñera, al que curraste?”. Si, por…?
Conteste. “Por que se mato el 25 de Febrero. Se tiro por la venta. Sufría de
esquizofrenia.” Me quede callado y triste. Pero triste de verdad.
Triste por que había legado a
tenerle cierto cariño. Admiraba su valor de siempre venir de frente, nunca por
la espalda o en compañía de otros aprovechando la ‘valentía’ del número. Era
valiente, con todas las letras y eso es más de lo que muchos de sus
‘compañeros’ lo son. Sin miedo a sangrar, porque hasta para sangrar hay que
saber. Para levantarse hostiado y sangrando y mirar desafiante a los que te han
currado, hay que tenerlos bien puestos, y el era uno de esos. Su mirada
extraviada y rallante en la locura me explicaba mas las cosas. No éramos amigos,
sino todo lo contrario, pero a diferencia de cierta gentuza que cohabita en lo
que se llaman nuestras filas, era un tipo ‘legal’.
Echare de menos los encontronazos
retadores, las miradas de desafió a lo Sid,
que tampoco abundan en nuestra sociedad, débil blandengue y de cobardes
de navaja o de manada.
El era militante de extrema
izquierda radical, yo lo fui de la extrema derecha. Nos separaban dos
concepciones del mundo muy diferentes aunque se tocasen en ciertos puntos. Pero
nos unía el rechazo a una sociedad burguesa y materialista.
Nos habíamos currado, pero el
sabia que yo no utilizaba el factor numero, ni mas armas que mis puños y
piernas, y eso hoy en día era mucho decir. Mi época de ‘bomber’ negra y botas
con acero había pasado como pasa el acne, rápida y molesta. Las ideas no se
imponen solo se defienden, pero el Mundo que nos enfrento era nuestro enemigo,
porque inadaptados a una sociedad que rechazábamos visceralmente, aun compartíamos
los valores de los combatientes.
Recordé las innumerables
historias de la guerra civil entre falangistas, de los de verdad, y anarquistas,
también de los de verdad, y no la purría descafeinada de esta sociedad. Uno y
otro a cada lado del frente y compartiendo unos cigarrillos o intercambiando
cartas.
Y
pensando me dije, meceré unas palabras. En esta España ingrata, mas suegra que
madre para sus hijos, aun aparecen individuos de los de toda la vida, de ese
estilo rallante en la locura que tanto acojono al mundo.
Juan Carlos, por que así se
llamaba, no era mi amigo, no era mi colega ni por asomo, era mi enemigo.
Seguramente me despreciaba pero quizás no tanto. Esquizofrénico si, pero quien
no lo esta en un mundo como este.
Alzo mi copa por ti, Salve Juan Carlos,
ojala hayas encontrado el descanso que buscabas, aunque prefiero pensar que nos
vayamos a reencontrar el día del Ragnarok, y derramemos sangre. Pues derramarla
así, merece la pena." Abril 2009