lunes, 14 de junio de 2010

Reproducimos una carta al director de un diario, digna de los honores del Club. Es ideal para un país en el que en plena crisis y con las mayores agresiones a los trabajadores y a los jubilados, se permite el lujo de donar 205,5 millones de euros a ONGs y las empresas se gastan ocho veces mas en asesores externos que lo que ahorraran con la reducción de sueldo a sus trabajadores.
Ante un mundo en decadencia, reclamamos la praxis y el sentido común de la República SPQR.


"El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada, y la ayuda a otros países debe eliminarse para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado."



A la luz de este texto del genial Cicerón quiero hacer una reflexión sobre la sociedad que hemos creado, y el triste momento que nos toca vivir. A mí me hace pensar que somos víctimas de nuestra propia ceguera; hace dos mil años ya se planteaban problemas similares a los que hoy nos atenazan, y la verdad es que fueron solucionados, o por lo menos tratados, por gentes con una capacidad que se me antoja muy superior a la de estos sujetos que nos gobiernan, y por cierto, mucho más baratos de mantener.

De todas formas y siguiendo con la Roma clásica, podemos encontrar una norma de conducta que fue practicada por los senadores y por los hombres públicos. Estos eran capaces de suicidarse antes que traicionar a Roma o ir en contra los intereses de la república; lo curioso del acto es que para salvaguardar su dignidad hasta el último momento, se cubrían la cara con la toga, de tela blanca, símbolo de pureza, y por lo menos los estertores de la muerte quedaban en el ámbito más privado, salvaguardando así su dignidad.

¿Alguien se imagina a ciertos políticos de hoy en día haciendo lo mismo? Por supuesto que no me refiero al suicidio real, sino al figurado; al suicidio de quitarse el coche oficial, de tener que cotizar treinta años para tener una jubilación, de quitarse unas dietas que te permiten ahorrar íntegramente un sueldo de casi 4000 euros. Otro acto que ennoblecería a estos políticos sería el simplificar los sistemas parlamentarios y administrativos que tenemos, tanto a nivel autonómico como provincial, así como esas administraciones tan costosas y cargadas de asesores de lujo y altos cargos, y que ni países ricos como Alemania mantienen. Esto sería lo más cercano a un suicidio, pues ellos mismos se cerrarían puertas y salidas profesionales. Pero la verdad es que no me imagino a ninguno de estos personajes cubriéndose la cara con la toga y teniendo la grandeza moral de aquellos romanos que se sacrificaban por el bien de la cosa pública.
Volviendo a la antigüedad, vemos que este asunto también fue tratado en Roma. Me refiero a la época de las Monarquías Agrarias, de aquellos reyes de Roma, que tras engrandecer la ciudad, se retiraban a arar sus campos, lo que los igualaba al resto de ciudadanos.

Por cierto, estos reyes engrandecieron Roma, al tiempo que creaban unas bases para la moral, que a la larga permitieron la conquista del mundo entonces conocido. Me refiero a la moderación, al trabajo, a la austeridad, a la temperancia. Como ejemplo de ello cabe remarcar que los romanos no conocieron los lujos hasta la conquista de la Magna Grecia.

Y ¿qué tenemos nosotros? A ciertos políticos sin formación, algunos sin oficio ni beneficio fuera de la política, gentes que han progresado no por su acercamiento al pueblo o por su celo por la cosa pública, sino por su relación con otros poderosos; mantenidos en el poder gracias a las redes sociales y de poder que se crean entre los encumbrados, no por su desvelo por el bien común.

Qué diferencia entre aquellos ciudadanos que una vez cumplida su función volvían a sus asuntos y estos profesionales del trepar, con el oficio aprendido desde la juventud, sin un lugar al que retirarse, pues raro es el que ha tenido hábitos laborales, rodeados de aduladores, paniaguados, y asesores que suplan sus carencias.

¿Podemos comparar la nobleza de aquellos oradores, juristas y políticos con el páramo intelectual que representa gran parte de la actual clase política? ¿Habéis oído hablar a Pepín Blanco? ¿Alguien se imagina a Bibiana Aido realizando un discurso forense? ¿Veis a Carmen Chacón parándole los pies a un nuevo Aníbal?

Como ejemplo del baldío intelectual de estos, recuerdo que no hace mucho, un político de la comarca, muy progre, cuyo nombre piadosamente silenciaremos, en una inauguración en un pueblo se refirió al alcalde, como al alma pater del proyecto. Y se quedó tan ancho el zote. Yo deseé que no siguiese con el tema no fuese el caso de que nos explicase por donde amantaba, ya que había muchos menores presentes.

Volviendo una vez más a Cicerón, creo que podemos encontrar una concisa imagen de lo que podemos esperar de estos dignísimos representantes nuestros, tan progres ellos; lo dijo refiriéndose a Marco Antonio, y es aquello de que “ha venido a traer muerte, pestilencia y destrucción”.

Me planteo de qué me vale tener un “representante” en el Parlamento de la Nación o en alguno de los diecisiete parlamentos autonómicos o cincuenta y tantos provinciales, con todo lo que ello supone y cuesta, para que en teoría intenten gestionar la cosa pública de una manera racional, y me encuentro con que no es que sean malos gestores, sino que forman parte esencial del problema; pues como dije más arriba, son ellos quienes tienen que adoptar las medidas que nos salven, y la verdad es que esas medidas pasan por perder o por lo menos aligerar ese estatus del que gozan. Y cómo no, también aquí podemos encontrar luz procedente de la antigua Roma; me refiero a expresiones que han pasado al hablar popular y que proceden del latín, como lo de no tirar piedras al propio tejado, que la caridad comienza con uno mismo, etc.

Y claro, siendo malpensados podemos imaginarnos a qué obedece el interés de estos políticos nuestros en desterrar de los planes de estudios ciertas asignaturas que no consideran dignas de ser estudiadas, de su interés en que la juventud no conozca a los clásicos, no estudie filosofía, sólo sepa la historia oficial, no tenga espíritu crítico… igual es que no quieren que sepamos que hace más de dos mil años ya se vivieron estas situaciones y que fueron tratadas por gigantes, no por enanos, algunos de los cuales se encuentran rayando en la indigencia intelectual.

Por supuesto también puede ser que me equivoque y no sean tan malos, tal vez sólo sean ignorantes.

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